Introducción
Cada año, Álora resplandece con una de sus tradiciones más queridas: la Romería de la Virgen de Flores. Esta celebración, que combina devoción, folklore y paisaje andaluz, constituye un momento clave para la identidad local y una muestra clara de la arraigada espiritualidad de la comarca. En este artículo exploraremos su origen, su evolución histórica, sus protagonistas y su vigencia en la actualidad, todo ello con un lenguaje claro y cercano para que cualquier persona pueda comprender su valor cultural.
1. Orígenes y primeros registros
La Romería de la Virgen de Flores tiene orígenes que se remontan a varios siglos atrás. Aunque su raíz exacta puede perderse en el tiempo, se cree que comenzó como una manifestación de gratitud o petición de protección para los campos en floración, dado el nombre de «Flores». Con el transcurso de los años, la devoción popular apuntó hacia una imagen mariana, y el culto fue adquiriendo un carácter más formal, integrándose en la vida religiosa y social de Álora.
Desde un principio, la festividad se celebraba entre el final del invierno y el inicio de la primavera, aprovechando el despertar de la naturaleza. Las huertas y los jardines en torno al municipio lucían en plena floración, lo que dio también una carga simbólica al evento: belleza, renovación y esperanza eran los pilares de aquella romería rudimentaria pero cargada de sentido.
2. Evolución histórica
Con el paso de las décadas, e incluso los siglos, la Romería fue cobrando formas más organizadas. Aparecieron cofradías o hermandades encargadas de custodiar la imagen de la Virgen y coordinar la celebración. Estas entidades fueron esenciales para institucionalizar rituales como la misa al aire libre, el rosario bajo la bóveda celeste o la procesión en carreta adornada con flores.
Durante los siglos XIX y XX, la romería tomó un cariz claramente popular. A partir de entonces se empezaron a documentar aspectos más festivos: música local, cantos, baile, y la presencia de mercados ambulantes donde vecinos y visitantes podían compartir productos artesanales y gastronomía típica. Fue también la época en que los jóvenes del pueblo se ataviaban para la ocasión, algunas parejas como fruto cultural de esa devoción y de solidaridad comunitaria.
3. Significado cultural y comunitario
La Romería de la Virgen de Flores no es solo un acto de fe, sino un espacio de encuentro colectivo. Para muchos vecinos de Álora, es una ocasión esperada durante todo el año, unida al calendario festivo y escolar. Las familias aprovechan el ambiente para reunirse, preparar comidas campestres y recrear el sentimiento de pertenencia a un pueblo con profundas raíces.
La simbología de las flores, por su parte, está presente en cada detalle: el manto de la Virgen, los altares, los caminos floridos por donde pasa la imagen y los estilos decorativos que reflejan la belleza natural del entorno. Esta estética floral refuerza el mensaje de esperanza y renovación que la romería pretende transmitir.
4. La romería hoy
En la actualidad, la Romería de la Virgen de Flores mantiene ese equilibrio entre lo religioso, lo festivo y lo turístico. Aunque siguen primando los actos litúrgicos (misa, procesión, rezo del rosario), la celebración atrae a visitantes de distintas comarcas, seducidos por el paisaje de Álora y la autenticidad de una fiesta tradicional.
En 2025, los actos religiosos y populares en honor a la Virgen de Flores se desarrollan desde el 24 de agosto hasta el 14 de septiembre. La jornada central, la Romería, tendrá lugar el domingo 14 de septiembre, con salida a las 10:00 h desde la Parroquia de la Encarnación hacia el Santuario, donde se celebrará una Santa Misa a las 13:30 h.
Durante estas semanas, se organizan diversos actos como la Bajada de la Virgen, la Entronización del Niño Jesús, la Ofrenda floral, misas, procesiones y momentos de convivencia que refuerzan el carácter integrador de la celebración. Las hermandades y los vecinos colaboran activamente en la preparación de todos los detalles.
5. Preparativos y participaciones
Meses antes de la fecha señalada, comienzan los preparativos. Las hermandades organizan los adornos florales, reparan la carreta o el trono para la imagen, prenden velas y coordinan los oficios religiosos. También se planifica todo lo festivo: zonas de sesteo, áreas para el almuerzo popular y actividades lúdicas.
Durante la jornada, es habitual que grupos de rocieros, bandas de música o coros rocieros se integren al itinerario, amenizando el trayecto con saetas, sevillanas o marchas romeras. Los devotos acompañan la imagen caminando, a caballo o en carros adornados, mientras otros turistas observan y se impregnan de la atmósfera.
6. Conclusión
La Romería de la Virgen de Flores en Álora es un magnífico ejemplo de cómo una tradición religiosa puede evolucionar, adaptarse y perdurar, al mismo tiempo que conserva su esencia. Es una celebración que encarna costumbres centenarias, sentido comunitario y amor por la tierra.
A través de esta historia, se percibe cómo una festividad puede servir de nexo generacional y cultural. Año tras año, los colores, aromas y sonidos de aquella romería siguen reviviendo el espíritu de un pueblo orgulloso de su devoción y su herencia.